Livio Lo Mónaco fundó la empresa en 1996. Desde entonces Livio y su esposa no dejaron de ganar dinero, hasta que su esposa se convirtió en ex- y le dejó toda la empresa.
En 2003 facturó 65 millones de euros y el año pasado 120 millones. Una apuesta por ampliar mercado y por diversificar la venta, la saturación del mercado, etc. llevan a vender menos, al menos aparentemente.
El «éxito» inicial de esta empresa es debido a:
– La explotación: sus trabajadoras están sometidas a una presión altísima. Están obligadas a conseguir ventas en sus llamadas. Parte de su sueldo depende de que la persona interesada en el colchón lo compre, independientemente de cómo lo haga el comercial. Por otro lado estos «asesores del descanso» (sic) repartidos por toda España son autónomos que a su vez dependen de las ventas para sobrevivir.
– El engaño: nunca le dicen el precio real del producto. Fuerte inversión en publicidad engañosa, para obtener márgenes de beneficio del 80% sobre cada colchón.
Como es habitual, no financian directamente, utilizan financieras que también se llevan su tajada.
Y por supuesto absténgase de llamar si es inmigrante porque no será atendido.
Aún así resulta extraño el mantenimiento de este tipo de empresa que lo único que hace es distribuir colchones, ya que hoy día las empresas que utilizan servicios telefónicos son externalizadas. En la India, Marruecos o latinoamérica existen empresas dedicadas a enseñar a hablar con una dicción perfecta a chicas del lugar, que trabajan para Telefónica o cualquier compañía con sueldos esclavistas. Pues como digo, es raro que Livio no se haya largado con los teléfonos bajo el brazo a un país colonizado, de hecho sospecho que realmente es lo que está haciendo.
Pues el pasado 13 de diciembre mandaron una carta a 90 trabajadoras anunciando vacaciones forzosas remuneradas hasta el 29 de diciembre cuando serían despedidas. Despedidas con una indemnización de 20 días por año trabajado máximo 2 años, y prorrateados, o sea a plazos, como si de colchones se trataran. Además de otras medidas como no poder utilizar los descuentos en la compra de productos de Lo monaco.
Las 90 trabajadoras, aunque hay algunos hombres, despedidas son jóvenes, algunas embarazadas. No tienen experiencia organizativa y de lucha pero no se han quedado de brazos cruzados. El miércoles 20 se fueron a protestar a la empresa y para sorpresa de ellas, sus compañeras que estaban dentro salieron todas (o casi) a solidarizarse. Esto desmiente esa teoría liberal de que el ser humano es egoista por naturaleza, que la gente solo mira por sus intereses,etc. Estas trabajadoras el miércoles demostraron lo contrario, vencieron el miedo a una sanción y posterior despido y salieron a luchar, hoy, lo seguirán haciendo.
Continuará…
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