La investigación es una profesión muy, pero que muy peculiar.
Cualquier asalariado reconoce más o menos fácilmente a un empleador, y por tanto si sus condiciones laborales (salariales, vacaciones, jornada laboral, etc) son malas pues reconoce al culpable y de eso a reconocer que existe explotación pues hay poco. Confiar en que esa situación puede cambiar es harina de otro costal.
Sin embargo, en la investigación no suele existir un empleador, en el sentido de que nadie está enriqueciéndose con tu trabajo, como sí lo podrían percibir los albañiles. Es más, ni siquiera produces nada tangible y en nuestro país pocas veces «vendible». Los maestros saben que generan riqueza porque saben aquello de que la juventud es el futuro…
En la universidad no enseñan a nadie a que reconozca la investigación como una actividad productiva, sino como algo muy bonito y provechoso para la sociedad «en su conjunto».
En esas sale un licenciado de la universidad, y se va a buscar becas para hacer la tesis (que no para investigar), donde le dicen que le van a pagar algo para que siga formándose, pero claro que tendrá que pagarse los masters o cursos de doctorado.
Pasan los meses y te das cuenta de que echas más horas que un reloj, que la jefa te obliga a faltar a clases, a venir de madrugada a poner experimentos, a que la mujer del jefe firma como autora cuando tú haces todo el trabajo, a que la jefa del departamento sale en tus artículos sin apenas conocer el trabajo…
El problema es que no se dan cuenta de que además están TRABAJANDO, que producen conocimiento, o sea riqueza, y ese conocimiento de las miles de tesis doctorales y millones de artículos científicos es utilizado por un sistema económico y político injusto para mantener, fortalecer y extender esa desigualdad.
Se podrían poner muchos ejemplos y ya lo expliqué en otro artículo, sólo 1: tecnología desarrollada en universidades públicas que logró la producción de liposomas la utilizó después la industria farmacéutica para producir medicamentos que son patentados e inasequibles para países pobres. Los accionistas se enriquecen, los pobres mueren.
Por tanto, la investigación que realizamos los jóvenes investigadores en España va por un lado a fortalecer un sistema de castas y de jerarquías injusto, y de manera más importante pero invisible fortalece un Sistema, el capitalista que se apropia de nuestro trabajo para perpetuar la desigualdad.
Un día juntas a un puñado de becarios cabreados y les dices que como tienen artículos y un horario, producen, y como su labor es productiva tienen que ser trabajadores, y por tanto tienen derechos. Seguridad social, vacaciones, horario, prevención de riesgos laborales, prestación por desempleo, representación en el comité de empresa, jubilación, etc. Pero resulta que nadie lo sabe. Y además tiene el derecho como trabajadores no contratados a «contárselo» a un inspector de trabajo que DEBE actuar de oficio para resolver esa irregularidad.
Si normalmente a trabajadores de toda la vida, los contratados, los que sí son representados por los sindicatos cuando hay eleccione sindicales. Pues si estos no se atreven a denunciar irregularidades del tipo «trabajo 50 horas y estoy contratado a media jornada», cómo va a denunciar una persona cuya carrera profesional está en juego y que acaba de darse cuenta hace un rato de que es que además de becaria es currela.
Y aquí está el dilema. Existe el derecho, los cauces y la persona consciente que en plan superheroe denunciaría a la inspección de trabajo una empresa que tiene al 10% de su personal en condiciones deplorables, sin derechos ni cotización. Una empresa semipública, dependiente de un gobierno y que además investiga para buscar una cura contra el cáncer. Eso llevaría a todos esos «becarios-que-empiezan-a-pensar-como-trabajadores» a ser contratados. Con un matiz, sin su participación y casi sin su consentimiento.
La otra opción es seguir arañando poco a poco en esa pared de arena que es la Ideología, fomentando la participación y el debate, enfrentando a la gente con sus contradicciones y sus miedos, y hacerles hacer cosas que no se hacen nunca «tomar decisiones colectivas», y que ya empiezan a romper una de las cosas que han fortalecido siempre: la jerarquía en la toma de decisiones.
Pues yo prefiero esto último, mi objetivo principal no es que todos los predoctorales tenga los mismos derechos que el resto de los trabajadores gratuitamente, sino que mediante la toma de conciencia (que tiene un recorrido variable), la lucha y sobre todo las decisiones colectivas que conforman lo que se llamaba poder popular, se consigan esos derechos. Derechos que sabrán distinto, tendrán el sabor de la victoria, del trabajo colectivo, de la sensación de unidad, de que juntos sí se puede, etc, etc, etc.
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