Que la ideología predominante es la de la clase dominante es demasiado simple. La clase dominante no se “comporta” igual que la dominada. Tiene otras prácticas, otros deseos, inquietudes…
Después está la “ideología” de los elementos del Estado que proceden de la clase dominada. Como dice Althusser en su libro Marx dentro de sus límites, el Estado es una máquina que sirve para reproducir la explotación, una máquina cuyas piezas son precisamente su producto, o su objetivo. Es como si el pan formara el horno, lo hiciera funcionar.
Uno de los elementos esenciales del capitalismo del s.XXI para reproducirse es el desarrollo de la técnica, dicho de una forma más clásica sería el desarrollo de las fuerzas productivas.
Cómo la investigación en biomedicina se puede considerar algo al servicio de la explotación es largo de desarrollar, pero se puede ver desde dos puntos de vista, uno los beneficios inmediatos que da la investigación biomédica a la industria médica y farmacéutica, por otro cuanto mejor funcione la sanidad, cuanta más esperanza y calidad de vida más “contentos” estaremos los explotados. El Estado ejerce de árbitro entre la codicia de la industria médica (aseguradoras y farmacéuticas) para mantener el “orden”, el equilibrio (sic) y las necesidades de los asalariados.
Pero a lo que yo iba es a cómo se escenifica aquello de la conciencia de clase en aquellos que proceden de la clase explotada, más o menos humilde, pero que van a formar parte de un cuerpo de funcionarios muy especial, el de los investigadores.
Un albañil cuando va al tajo tiene claro que está allí para ganar dinero, la casa que construye no sólo no es para él, sino que probablemente no podría ni comprársela con el salario que recibe construyéndola. Por lo que si no le pagan no currará. Lo tiene clarísimo, con excepciones como las escenificadas en la película “En un mundo libre de Ken Loach”.
Es alucinante que los candidatos a funcionarios investigadores tengan una capacidad de autoexplotación tan grande. Porque la investigación, la innovación, la producción de conocimiento conlleva explotación. No hay un patrón, no hay un “beneficio” en forma de stock options, pero hay plusvalía: la indirecta cuando tu trabajo es utilizado por una empresa para generar más conocimiento que después comercializa después de apropiarse del conocimiento original. Y una plusvalía “directa” pero sutil, escondida. La cúspide de la pirámide de los que “gobiernan” el centro de investigación se benefician bastante del trabajo precario de los investigadores de la base de la pirámide a base de mejoras salariales, viajes, estatus, financiación para sus proyectos. Son unos réditos nada comparables con los que puede tener un directivo de una multinacional, pero lo son en el ámbito de la investigación.
Por ello es importantísimo reproducir esa situación. Es necesario mantener la jerarquía artificial, o sea no por méritos, sino por selección “artificial”.
Lo que diré a continuación puede parecer una generalización vulgar, pero es empírica.
Muchísimos investigadores seleccionan a su personal por sus méritos académicos, cuanta más formación tenga el predoc menos tiempo pasará formándose, y por lo tanto más productivo será la persona y los que le rodean. Pero también existe una selección ideológica. He visto cómo muchos investigadores eligen a su personal con un perfil “psicológico débil”. Son sorprendentes los grados de sumisión que se alcanzan. Jornadas de 12 horas, trabajar de madrugada y fines de semana, insultos, humillaciones, no reconocimiento del trabajo, chantajes (no te corrijo la tesis si no haces esto o lo otro), etc.
Esto es posible gracias a la “desproletarización”, a la falta total de conciencia. El porcentaje de predocs que han participado en movimientos estudiantiles es muy bajo, precisamente por la autoexigencia y competencia que existe que selecciona a los licenciados menos activos en las universidades.
Los comités de empresa no sólo permiten esta situación de semiesclavitud, sino que la justifican. No están contratados, no podemos representarlos. El legalismo una vez más al servicio de la explotación.
De todas maneras es una justificación rastrera. Como decía en otro post.
Como ejemplo de lo precaria que es la conciencia entre los predoctorales:
Un centro de investigación cualquiera, la mitad de los predoctorales sin seguridad social, en situación claramente irregular. Se mueve ficha, una visita de una inspección de trabajo, presión por parte de los predocs, y la dirección del centro le ve las orejas al lobo y decide regularizar a todos esos “sin papeles”. Ante la disyuntiva evidente de quién paga eso si la empresa o los investigadores principales con sus proyectos, los predocs por un lado tienen miedo a ser despedidos al negarse ambas partes a pagar la regularización y por otro lado algunos argumentan que al costar más dinero conseguir predocs, mano de obra, que entonces será más difícil conseguir entrar en el mundo de la investigación, y por lo tanto según ellos “perjudica a los futuros becarios”. Es el mismo argumento del comité de empresa. Cuando es precisamente al revés. Sólo puede favorecer a los predocs, porque los que no están no existen, no son perjudicados.
Este es un argumento parecido al que se daba con las becas universitarias. Pero la diferencia es fundamental. La universidad debe ser pública y universal, por tanto se tiene que garantizar la financiación de los estudiantes. No es lo mismo cuando hablamos de trabajadores. La patronal exige la bajada de los salarios y el precio del despido para “disminuir el paro”. No podemos permitirlo en el ámbito de la investigación porque nos llamen “estudiantes predoctorales”. Es la misma mentira.
Ante la encrucijada del posible despido debido al cumplimiento de la ley, la ideología precaria lleva a la desesperación, a la desesperanza, al sálvese el que pueda. Para la ideología precaria no existe el grupo, no existe la lucha, no existen los derechos, la negociación, la presión, la prensa, la movilización, la unidad, la justicia, el honor, el orgullo…No. El mundo se acaba, no hay alternativa.
Por suerte los precarios a nivel ideológico no son mayoría. La lucha, por muy light que sea, genera conciencia. Ante los problemas surgen soluciones mediante la lucha. La toma de conciencia, el internalizar que no somos estudiantes sino trabajadores, que tenemos unos derechos y que existe la manera de hacerlos cumplir; es un proceso lento, con altibajos. Pero es posible. Una persona puede abandonar la ideología precaria y transformarla en una conciencia avanzada de lucha. Lo he visto, he sido partícipe, y me siento orgulloso.
8 diciembre, 2009 at 4:03 am
Creo que un punto relevante para entender la situación de «desproletarización» en la ciencia es que muchos investigadores «junior» están dispuestos a pasar por lo que sea, porque: a) consideran que su sumisión y su trabajo sin garantías sociales (o incluso sin cobrar) les dará una recompensa, que consiste en pasar a la siguiente etapa, el postdoctorado, y b) la investigación puede ser un trabajo altamente satisfactorio -si salen los experimentos, claro.
Por un lado, los predocs están atrapados por culpa de la necesidad del título de doctor para seguir investigando como postdoc y luego como jefe de grupo. Mientras exista el título de doctor seguirá habiendo explotación de los predocs, incluso aunque trabajen con contrato. Afortunadamente muchas universidades empiezan a comprobar la capacidad formativa de los directores, pero esto es otro tema y no aporta demasiado a la profesionalización de la ciencia, que quizá sería lo deseable.
Por otro lado, este trabajo tiene un componente vocacional que existe y no se puede olvidar, y que tiene gran parte de culpa de la autoexplotación de muchos investigadores. Muchas personas hacen investigación, arte, deporte o servicios sociales/religiosos por amor al arte -literalmente. Esto tiene un componente de pescadilla que se muerde la cola: las condiciones son tan duras que seleccionan a personas que tienen muy claro que lo suyo es investigar. Son muchos los investigadores senior que se «autopresionan»; renuncian a vida familiar, trabajan en fines de semana y días de fiesta por puro afán de superación y de poder conseguir más financiación para investigar más cosas, y por poder hacer públicos los descubrimientos. Y por qué no, algunos incluso lo hacen por conseguir que la gente a su cargo progrese y pueda seguir trabajando en investigación. Y esto lo hacen cobrando un salario muy bajo en comparación con lo que podrían ganar en otras profesiones. No hay muchas profesiones en las que las personas no quieran jubilarse, y busquen plazas de «eméritos» para poder seguir trabajando en la edad de jubilación. Esto contribuye a que nos dejemos explotar, y que sólo saltemos (o dejemos la investigación) cuando la situación se hace insostenible; pero el límite que en otras profesiones definiría lo intolerable, es más alto en investigación.
¿Por qué pasa esto? En parte porque ser el primero en descubrir algo produce una sensación altamente satisfactoria y alimenta el ego, pero por otra parte, porque la investigación tiene un componente de servicio público, de estar trabajando «por el bien de la humanidad». Quizá si la sociedad (española) tuviera conciencia de esto, y valorara a los científicos como personas que contribuyen a la cultura y al bienestar -en vez de como bichos raros encerrados en laboratorios- la situación de los investigadores mejoraría.
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