Varios de vosotros me habéis preguntado sobre el papel de un internacional en una zona de conflicto como Colombia. Y el peligro que corremos. La verdad es que no tengo una respuesta clara. Fue lo primero que pregunté cuando me explicaron lo que era el acompañamiento: ¿y eso funciona, nos respetan de verdad?

Por lo pronto la mayor sensación de peligro que he tenido ha sido la de resbalar con la raíz de un árbol y pegarme un golpe el brazo. Pensaba que me había hecho bastante daño.

Como decía Silvia en el comentario, los verdaderos valientes, los que se juegan la vida y la pierden, son los campesinos. Y esto no impide que las organizaciones crezcan continuamente y que la renovación sea también constante.

En Colombia hay varias organizaciones de acompañamiento internacional. Y funcionan. Las organizaciones campesinas demandan mucho acompañamiento y según me decían el otro día, se sienten solas, desprotegidas sin presencia internacional.

¿por qué la presencia de internacionales disuade a los “actores” armados? Pues no tengo una respuesta, por lo que daré varias posibles causas, que no serán la correcta ninguna pero que sí pueden dar una idea general.

Procedencia de la tropa.

En Colombia el servicio militar de 3 años es “obligatorio”. Lo entrecomillo porque si bien es imprescindible una cartilla militar para todos los varones si quieren encontrar un trabajo o estudiar, esa cartilla militar se puede comprar. Por lo que la tropa está formada principalmente por “pelaos” (chavales) de 18 años que están haciendo “la mili” y de procedencia humilde. Parece ser que los mandos de bajo rango también tienen una procedencia muy popular. Para ellos un blanco, culto y bien hablado, con formación, que le habla de Derechos Humanos, de no se qué de Ginebra, es, diría, un “ser superior”. Sí, cuesta creerlo, no por nada son ellos los que tienen las armas. Pero os recomiendo que veáis este vídeo, donde sale un gringo negociando con un comandante de una brigada “antiguerrilla” que quería entrar en un refugio humanitario.

Si os fijáis, el acompañante que dialoga con el comandante, utiliza un poder invisible, que no es el de las armas. Ese poder es superioridad, racial, política, social, cultural, no sé.

También existe algo de “fanfarronería” de parte del acompañamiento. Pero por razones obvias no voy a entrar en detalle.

Paramilitarismo, multinacionales e incidencia política.

Pero lo que está claro es que son soldados (militares y paracos), y por tanto reciben órdenes de sus superiores. Ya sean estos militares o multinacionales. La otra noche me contaban cómo un soldado explicaba que su comandante recibía órdenes directas del capataz de una empresa de una mina (oro o carbón, no recuerdo). La desmovilización de los paramilitares obedece a una estrategia internacional clara. La cosa se estaba poniendo fea y había que dar un golpe de efecto para que los “ciudadanos” europeos no se ofendieran con todas esas descuartizaciones, fosas comunes, crematorios llevados a cabo en zonas de interés para las multinacionales.

Por ello, la estrategia de los últimos 5 años está cambiando, dicen. El papel represor, las ejecuciones, desapariciones, etc. son más que nunca realizadas directamente por el ejército regular.

Según oigo, la estrategia también está cambiando hacia la judicialización. Juicios amañados para encarcelar a los dirigentes. Pero muchos desaparecen cuando son liberados, de camino a casa.

Me han dicho que este cambio de estrategia hacia la represión judicial es debido, o gracias a la presencia internacional. No me queda claro.

Sea como sea, la presencia internacional tiene un efecto de persuasión porque el costo político (y económico) es muy alto.

La verdad es que el acompañamiento funciona en Colombia y a mi parecer no lo hace en Palestina por ejemplo. Sólo recordar cómo un bulldozer israelí atropelló a una acompañante internacional hace unos años.

La relación con las comunidades acompañadas depende de varias cosas.

De la experiencia y nivel de conciencia de la comunidad acompañada. Y de las características de la organización acompañante. Todas tienen la no injerencia como eje fundamental. Sin embargo algunas se relacionan lo menos posible con los acompañados. Esto aumenta la neutralidad necesaria, pero a la vez distancia al campesino, que ve a estos blancos como seres extraños que se tiran todo el día leyendo o jugando a cartas ajenos a su actividad. En nuestro caso la no injerencia en los espacios organizativos de la comunidad es una norma básica. Sin embargo, sí creemos importante la interacción, participación e incluso opinar sobre sus debates. Siempre dentro del respeto necesario.

Mi primera impresión es que el campesino colombiano es muy reservado y al principio mantiene las distancias. Sin embargo, en un par de días conseguí entablar conversaciones muy interesantes y una cierta confianza, especialmente con la gente joven.

En todo caso son muy conscientes de nuestro papel, lo solicitan, lo agradecen y lo valoran.

Como anécdota, estábamos en una pensión y hablábamos con una mujer que nos preguntaba que si éramos de la Cruz Roja, porque “teníamos acento de la Cruz Roja”. No sólo se nos considera diferentes, sino que tenemos acento diferente.