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El blog de Moncadista

Nací un 26 de julio…

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Huelga

Las mil caras del capitalismo en EEUU

Uno de los objetivos de mi «estancia» en EEUU es conocer en profundidad su cultura, sus valores, idioma, sus luchas e historia, etc. Esta semana ha sido muy fructífera en ese aspecto. Con mi intérprete cultural a mi lado he asistido al festival «Full Frame«, que se traduciría algo así como encuadre completo.

Haré comentarios sobre los documentales-películas relacionados con el capitalismo en EEUU (aunque en ningún momento sea algo explícito en las pelis), y a ver qué sale.

La primera película de la que quiero hablaros es Matewan, 1987, de John Sayles. Se ha convertido en una de mis películas favoritas. Es una historia de trabajadores humildes que gracias a una teoría revolucionaria sencilla, respetuosa e inteligente logra unir a hombres y mujeres, estadounidenses e italianos, negros y blancos por un mismo objetivo, y contra un mismo enemigo: «el que no trabaja». La Batalla de Matewan como es conocida sucedió en 1920. Me llama la atención que apenas tiene referencias en español, aquí y en wikipedia podéis leerlo en inglés.

Quiero centrarme en tres aspectos de la historia y la película que me interesan mucho: la democracia, la unidad y la violencia.

Al pueblo donde los mineros están en huelga llega un tipo del sindicato que se reúne con lo que sería el comité de huelga y dice esto: (debajo está la transcripción)

¿Queréis que se os trate como a hombres? ¿Tratados justamente? No sois hombres para esta empresa. Sois material como las palas, las vagonetas, o los barrenos. Os utilizan hasta que os largáis, no servís o morís en un deslizamiento de tierras, y entonces cogerán a otros. Poco importa el color o de dónde vengan. Poco importa el carbón que podáis sacar o desde cuándo vuestras familias viven aquí. Pero si os quedáis aislados les estáis haciendo el juego. ¿Creéis que este hombre es vuestro enemigo? (señalando al negro). Es un obrero. Un sindicato que rechaza a este hombre no es ya un sindicato. ¡Es un puto «club»! Estáis luchando blancos contra negros. Los nacidos aquí contra los extranjeros. Mineros contra mineros. ¿Cuándo os enterareis de que solo hay dos grupos en este mundo? Los que trabajan y los que no trabajan. Vosotros trabajáis…y ellos, no… Es lo único que debería contar. Habéis dicho que teníais fusiles. Sé que sois todos muy valientes. Y sé que estáis listos para luchar contra la empresa, si es necesario. ¡Pero la empresa no quiere este sindicato! ¡El gobierno estatal tampoco lo quiere, y el gobierno federal, tampoco ¡Y lo que esperan es una razón para intervenir! Señores, estamos sobre un barril de pólvora. Una chispa en el momento equivocado, y todo habrá acabado para nosotros! Por eso debemos actuar despacio y con cautela. Debemos organizarnos establecer las bases. Debemos trabajar todos juntos. ¡Unidos! Hasta que ya no puedan sacar su carbón sin nosotros. ¿Cómo se pueden cerrar las minas sin dinamitarlas? Los mineros deben ir a la huelga. ¡Todos!

Para vencer al enemigo que te considera otro elemento de la maquinaria hace falta unidad entre todos los trabajadores. La unidad no es fácil, porque el enemigo trata en todo momento de dividir a esos que trabajan, por raza, origen, género o religión. Y la película muestra todas esas dificultades, y cómo en las necesidades de la lucha se superan las diferencias. Esa unidad no está libre de esquiroles, traidores, contradicciones y violencia, sobre todo violencia. En nuestros días, tanto en España como en EEUU observamos cómo el Capital y su representante en la Tierra, el Estado, monopolizan la violencia. Pero no siempre ha sido así. Los huelguistas asturianos en el ’34, o las huelgas de principios de siglo XX en EEUU, entre ellas esta que ocurrió realmente en Matewan, han utilizado la violencia directa para defenderse. Al final de la película el responsable del centro de estudios documentales (o algo así) dio una pequeña charla sobre las huelgas mineras y su evolución. A este hombre lo entrevistaré dentro de poco, pero comentaré algo muy interesante. En los años 80 en el mismo Estado de Matewan, Virginia Occidental, hubieron huelgas mineras. En una de ellas se generó todo un movimiento de resistencia noviolenta con cajas de resistencia.

El que la unidad es necesaria es obvio, pero a qué me refiero con la democracia. Tanto el Sheriff como algo que vendría a ser el «alcalde», que en este país ambos son normalmente electos, están con los trabajadores. Pero también lo están los que tienen pequeños comercios, hostales, etc. El que da el discurso en el vídeo es un sindicalista enviado por el sindicato para apoyar y organizar la huelga. A pesar de hacer todo lo posible para evitar la violencia visceral, irracional, y de luchar por la unidad, acata las decisiones de la asamblea y no deja de trabajar por los intereses de los trabajadores. La violencia directa ejercida por parte de los trabajadores no puede ser juzgada externamente, aplicando juicios morales abstractos, ajenos a las condiciones reales de esos trabajadores. Y lo que es más importante, tal como se refleja en la peli, la violencia es legítima cuando es una decisión tomada de manera puramente democrática.  Otra cosa es que sea acertada por sus consecuencias.

La describiré con adjetivos: actual, imprescindible, solidaridad, honor, unidad, humildad, contradicción, sufrimiento, esperanza,

El jueves vino «una de arena» con el documental «La guerra invisible«. En él se retrata el escandaloso dato de que miles de mujeres son violadas en el ejército estadounidense por sus compañeros y superiores. Sólo en el 2011 se calcula que 19.000 mujeres sufrieron abuso sexual en el ejército. Un tema que prometía. Sin embargo, toda la película es pura propaganda del Sistema llena de sentimentalismo, individualismo y patriotismo. Como las pelis de Hollywood donde a pesar de que hay polis y jueces malos, al final el sistema es el que gana. Las mujeres, a pesar de ser violadas por el ejército, y obviadas por el Sistema, sin pensión, sin seguridad social, abandonadas, siguen,  en su mayoría, pensando que estaban sirviendo (defendiendo) a su país, que era un trabajo que les llenaba.

El documental no saca ni una sola imagen de lo que es el ejército, una máquina para hacer la guerra. No hay combates o campos de batalla. En toda la película de dos horas se menciona una sola vez Irak, y es cuando cuenta que el padre de una de las mujeres violadas en total impunidad y soledad, pasó un año combatiendo en Irak después de que su hija fuera violada por un comandante y después expulsada por denunciar. A él le hacen una entrevista, donde entre lágrimas, no entiende cómo una institución tan ejemplar como el Ejército de los EEUU puede permitir que criminales sigan impunes. Todo es cuestión de que una organización buena como el ejército de los EEUU, no es perfecta. Necesita retoques, para que esos criminales no queden impunes. Curioso el hecho de que el porcentaje de violadores dentro del ejército es del 10% (cifras del gobierno), ¡el doble que en la sociedad! Ojo: el 5% de los hombres en la sociedad estadounidense han cometido una violación.

Inciso. Me comentaba al salir  mi compi que las chicas solían sufrir violaciones en las fiestas universitarias y de instituto, especialmente si se emborrachaban. O sea, que es algo que las chicas tienen muy presente en este país. ¡Algo insólito para mí! ¿habéis escuchado algo semejante en España? La propaganda contra el abuso sexual del ejército no puede ser más ridícula: «Espera a preguntarle cuando esté sobria«.

La sala estaba llena, más de cien personas que no paraban de murmurar, rechistar y menear la cabeza. ¡Estaban escandalizados! Todos esos blancos liberales estaban enfadadísimos porque su insignia tenía una mancha intolerable. No amigos, no es hipocresía, por desgracia es ingenuidad. La organización más criminal que la Humanidad nunca tuvo, el ejército de los EEUU, y resulta que sus ciudadanos se escandalizan porque los soldados «violan» más que la media. No les preocupa que las violaciones sean a los Derechos Humanos en países lejanos e incluso que ejecuten sin juicio a conciudadanos. ¿qué esperan de esos soldados? Chavales de origen humilde sometidos a un entrenamiento y unas presiones (tal como se testimonia en este artículo que acabo de traducir) que los llevan a cometer los crímenes más atroces.

Y es que ¡ay que ver!, no hay justicia dentro del ejército de los EEUU. La solución que se da es que se creen tribunales civiles para tratar los casos de violaciones, nada se habla de los casos como el de Bradley Manning, que será «juzgado» por un tribunal militar, por confesar los crímenes de guerra que le ordenaban cometer.

Sin embargo la mañana del sábado fue soleada y primaveral. El documental «La casa en la que vivo» me impresionó. Trata la guerra contra las drogas dentro del país. Compara muy acertadamente el nazismo con esa guerra. EEUU es el país con más porcentaje de presos del mundo. Las tasas de encarcelamiento de negros es el doble que de blancos. La ley obliga a los jueces a encarcelar como mínimo a 5 años de cárcel, 10 si se es reincidente, sin derecho a apelación, por posesión de unos gramos de crack. Lo curioso es que si te pillan con 1 gramo de crack es la misma condena que si te pillan con 100 gramos de coca. El crack era la droga de los negros, no la coca, cuando se hizo la ley.

Uno de los entrevistados en el documental es David Simon. Y es que Simon dice explícitamente cuando habla, lo que transmite sutilmente mediante el arte: La guerra contra la droga es una guerra de clases contra los pobres, ya sean negros y ahora también blancos pobres.  Como dicen Simon, ya que no nos sirven y tenemos que eliminarlos, por lo menos que den dinero: policías, jueces y sobre todo prisiones. Uno de los negocios más lucrativos en este país. Con celdas comunes que «alojan» a decenas de presos en condiciones inhumanas.

A diferencia de «La guerra invisible», este documental es capaz de llevar ese sentimentalismo estadounidense al terreno de la política, para criticar feroz y radicalmente al sistema. No tiene desperdicio el testimonio del guardia de prisiones que dice que la guerra contra las drogas es como el holocausto judío, pero este es un holocausto en cámara lenta.

Para terminar, y no me enrollo más, una película documental sobre el neoliberalismo y la industrialización del campo, aunque ninguna de esas dos palabras aparece en toda la película. Se llama «Troublesome Creek«, algo así como el riachuelo problemático. Trata sobre una familia, campesina por varias generaciones, que es desahuciada por los bancos al ser incapaz de pagar las deudas debido a la continua caída de los precios. Sin la garra de Las Uvas de la Ira, pero con una cinematografía preciosa, la película refleja de nuevo la ingenuidad  (naïve), pero también la humildad y solidaridad del campesino estadounidense, especie en extinción.

Las clases populares de EEUU sufren la lucha de clases como el resto del mundo. Tenemos la imagen de una sociedad egoísta, conservadora, pasiva y engreída. Es verdad que la situación digamos «ideológica», la correlación de fuerzas actual, debida a la derrota que vienen sufriendo desde los años 60, hace que parezca imposible el surgimiento de movimientos populares y obreros de los años 20 o los años 60. Si a esto sumamos la ingenuidad, cuando no cinismo, que impregna a buena parte de la sociedad, la esperanza parece quedar en un movimiento pequeñoburgués y sectario que no será capaz de organizar a las masas populares de este país. Sin embargo la Historia me dice que las clases populares de este país todavía tienen mucho que decir.

El Andamio en marcha

 

Estamos en una estructura de hierro con trozos de madera… no es muy estable, tenemos miedo, sentimos el miedo dentro, angustia, no nos podemos mover, de lo contrario caeremos, ¿pero dónde? ¿Dónde podemos caer si perdemos nuestro trabajo? ¿Dónde podemos caer si nos explotan extrayendo cada gota de nuestros sesos?

 

Inseguridad, sentimos la inestabilidad en nuestros cuerpos, queremos salir, ¿queremos saltar del andamio que nos sujeta o realmente queremos reforzarlo?, ¿queremos vivir siempre en la inestabilidad o estamos dispuestos a luchar, construir con otros… a hacer de este andamio ese espacio de justicia y solidaridad con el que soñamos?

 

Todo está en nuestras manos…. El Andamio, la realidad, el mundo… no nos queremos bajar de él, lo vamos a llenar de esperanzas… súbete con nosotros.

 

Arranca la emisión de El Andamio. Un programa en el que profundizaremos en el trabajo, en los trabajadores. Hablaremos con optimismo sobre la realidad laboral local, estatal e internacional, hablaremos de cómo combatir esta realidad y sobre todo de experiencias de lucha que incluso siendo chiquitas nos abren todo un mundo de esperanza… que otro mundo es posible y que tenemos que aportar para construirlo.

 

Desde el barrio obrero del Zaidín en Granada, pero también desde cualquier parte de la geografía española e internacional.

 

Nos podrás oir en Radioactividad, el 106.9 FM si estás en Granada, o desde cualquier punto del planeta pinchando en la página de El Andamio.

 

Y aquí podréis descargar y oír el primer programa donde hablamos de la reformal laboral y entrevistamos a los trabajadores de Clece en Granada y de Eulen en Córdoba.

Y este es el programa si lo preferís escuchar aquí. [audio http://www.ivoox.com/andamio-3-marzo-2012_md_1085491_1.mp3]

Los trabajadores de Eulen resisten

El grupo Eulen, creado en 1962, está presente en doce países de Europa y América, con más de 82.000 empleados y unas ventas que en  2009 superaron los 1.300 millones de euros, en sectores como la limpieza, seguridad privada, sociosanitario, logístico, telemarketing, trabajo temporal, mantenimiento y medio ambiente.
El presidente fundador del Grupo Eulen, David Álvarez, ha asegurado que para salir de la crisis en España es imprescindible «sacrificarse, trabajar más y vivir peor». «Si no, no arreglamos» la crisis económica, ha advertido el veterano empresario.
La última reforma laboral es la puntilla que se le pone a décadas de ataques a los derechos de los trabajadores. Entre estos ataques están las subcontratas. Formas de división de la fuerza de trabajo que llevan al abaratamiento del precio de la misma y a su debilitamiento político y reivindicativo.
Sin embargo, cuando todo parece perdido nos encontramos con ejemplos de coraje, resistencia y dignidad. Este es el ejemplo de los trabajadores de Eulen-ABB en Córdoba. Aquí os dejo una entrevista que he hecho a uno de los trabajadores en huelga.
[audio http://seressinrostro.files.wordpress.com/2012/02/pedro-eulen-entrevista-con-intro.mp3]

Sindicatos y patronal toman copas en el bar

La colaboración con Seres sin Rostro de esta semana. Sobre la Reforma laboral con un tono irónico. Mi participación es al principio, 15 minuticos de na. [audio http://seressinrostro.files.wordpress.com/2012/01/15-febrero-2012.mp3]

‎»Yo me pregunto ¿hasta dónde
van a tirar de la cuerda?
porque esta soga se rompe
y a ver luego con qué aprietan.

Estando a medio comer
el ganado se sujeta
rumia el pienso que le den
y… ¡que amaine la tormenta!

Pero le han echao al mulo
un fardo que lo revienta
y no nació el jarriero
que le haga subir la cuesta

Porque hasta el mulo más mulo
algún día se REBELA
y manda a tomar por culo
las trabas que lo sujetan

Me dirán catastrofista,
demagogo y mal hablao
pero lo cierto es que el mulo
ya está casi reventao»

(De nuevo quiero poner aquí esto de que hasta el mulo más mulo algún dia se REBELA, compañeros)

 

Y también quiero difundir este vídeo que me parece muy representativo de lo que es el pueblo griego ahora mismo:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=Mjov-1U2qAU]

piquetes "informativos"

Se ve una carga policial brutal mientras el presentador del telediario narra: “La policía asegura el derecho al trabajo”. Y es cierto, el derecho a trabajar es un derecho constitucional. Lo que no termino de entender es dónde están esos policías cuando se trata de defender ese derecho de 5 millones de personas. Porque no entiendo por qué hay que garantizar ese derecho sólo en los días de huelga y no en el resto del año. Y es que lo han defendido con disparos y todo.

Y mientras el señor ZP dice en el congreso que el gobierno está trabajando para garantizar el derecho al trabajo y a la huelga, no veo a esa misma policía haciendo mucho por garantizar el 2º derecho. No estaba cuando Spanair obliga a sus trabajadores a entrar de paisano mientras sus servicios mínimos son del 100%. Ni a mi cuñada, a la que obligan a ir a trabajar si no tendría que pagar ella los perjuicios que se ocasionen a los clientes.

Y ya que la policía no acude en ayuda de los miles de maestros de escuelas privadas y concertadas que se han visto obligados a ir a clase, alguien tendrá que echarles un cable. Y sí, están obligados, si no, no se explica que la asistencia a la huelga de los maestros públicos sea de alrededor del 70% y la del privado y concertado del 40% (cifras de memoria del telediario de la 1ª). ¿qué pasa, que los maestros de la pública están más concienciados?

La violencia.

No entra en mi “gran” cabeza el que la gente se solidarice con un banco al que le queman un cajero y no entre en cólera cuando ese mismo banco nos cobra 2.5€ cuando sacamos un dinero que es nuestro.

¿No es violencia correr el rumor en una empresa de que se va a despedir a gente, para que sus empleados curren horas extras sin cobrar, sin rechistar o hagan turnos nocturnos, menos vacaciones, etc? Que venga Gandhi y me lo diga.

Yo no las tenía todas conmigo con la huelga del 29 (y todavía no las tengo), pero aún así asistí a los piquetes. Llamarlos “informativos” es tan cínico como llamar a esto que vivimos democracia, pero es lo que hay. Los piquetes en los que estuve informaban de las consecuencias de no cerrar el bar. Recibimos el guiño de algún “gorila” de discoteca, el puñetazo del dueño de un bar “progre” y las provocaciones de los empresarios granainos y su estirpe.

Al contrario de lo que decía Toxo, la huelga no es una “demostración democrática de la ciudadanía”. Es la manera que tenemos los trabajadores (y no los “ciudadanos”) de demostrar que somos los que producimos la riqueza, y que no queremos que nos roben más (huelga defensiva) o que no queremos que nos vuelvan a robar (huelga ofensiva). La actual es la primera, obviamente.

Yo creo que la huelga ha ido mejor de lo que se esperaba. Y he visto más gente, más joven y más cabreada que en el 2002 (en la que también participé activamente). Aún así la mayoría de los pequeños comercios estaban abiertos. Lo cual me parece normal e inevitable. Las huelgas tienen que ser dañinas para los que mandan. La caída del 20% en el consumo eléctrico es un buen síntoma, pero no suficiente. Es necesario asegurar de cualquier forma que todos los trabajadores que sientan algo de rabia puedan ejercer el “sabotaje”, que cuando es masivo y mayoritario es una forma de huelga. En definitiva de lo que se trata es de paralizar la producción, da igual cómo. Eso sí, con la menor represión posible.

La violencia indiscriminada y no dirigida es inútil y no consigue ni de lejos lo esperado: parar la producción.

Es imprescindible saltarse la represión del patrón mediante el sabotaje clandestino. Tenemos que conseguir que los trabajadores sigan cobrando sin ir al trabajo, impidiendo que este se de.

Es imprescindible crear una red de información para que los trabajadores sin derecho a luchar, bajo represión, puedan solicitar ayuda para paralizar su empresa sin consecuencias sobre ellos. Una red de solidaridad. Sin llamar excesivamente la atención.

La clandestinidad surge de la privación de libertad. No hay peor cárcel para un trabajador que el paro crónico y el trabajo precario. Si eso recibes con la lucha, hay que volver a la clandestinidad del siglo XXI. Que consistiría en combinar los espacios de libertad que da el parlamentarismo (prensa, internet, cargos políticos, etc.) con técnicas de sabotaje clandestino.

Este sabotaje no puede, necesariamente, ser individual o impuesto. Tiene que diferenciarse del terrorismo en que es una acción colectiva, solidaria y con un objetivo, este sí, hecho público. Con sus consignas, objetivos, llamamientos, etc. Tendrá que ir acompañado de una campaña de información y llamamiento a la solidaridad, etc.

Esta huelga tiene que demostrarnos que la “no asistencia” voluntaria al trabajo es muy insuficiente e incluso injusta por insolidaria, ya que sólo unos pocos pueden ejercer realmente ese «derecho».

A mí el día de huelga me reafirma en que no sólo es necesaria la organización de los trabajadores, sino que es urgentísima la organización de los propios burócratas sindicalistas. Durante los piquetes había más jefes que indios, total descoordinación, caos, falta de planificación y de objetivos que llevó a que el miércoles por la mañana estuviéramos más quemaos que la pipa un indio y a que se difundiera (de difuso) el potencial de los piqueteros.

No suelo hacer esto, pero me apetece terminar con una consigna:

¡Al sabotaje masivo, democrático y de clase de la explotación!

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